Hemos pasado varios meses escuchando día sí día también que Mourinho se cargó a Iker por su inquina personal, tras la llamada de Iker a Xavi para disculparse por aquellos clásicos tan polémicos (¿para cuándo una llamada de Xavi para disculparse por sus continuos insultos al Real Madrid?). La duda que me surge es por qué, si ese era el verdadero motivo, no le sentó esa misma semana, y esperó más de un año para hacerlo. La respuesta: porque Íker bajó su rendimiento, y fue entonces, y sólo entonces, cuando fue relegado a la suplencia.
A partir de entonces, la campaña de desprestigio personal, acoso y derribo hacia José Mourinho y su familia fue cruenta. No se recuerda nada parecido por Chamartín. Entre todos esos debates, no se barajó en ningún momento la posibilidad de que la causa de la suplencia fuera un bajón de rendimiento. Luego, llegó la lesión, Diego López (que a diferencia de Adán sí dio la talla bajo los palos), y la decisión de Mourinho de mantenerle en la titularidad.
Y la temporada acabó de mala manera, con Mourinho fuera del club, y la llegada de Carlo Ancelotti, el Pacificador, amante del buen fútbol y de la educación. Parecía obvio que venía a arreglar el “disparate” de haber sentado en el banquillo a Casillas. Pero resultó lo contrario. Y llegó el terremoto. Prensa descolocada y llena de ira. Propaganda a pleno rendimiento. ¿Culpa de Ancelotti? ¿Marioneta de Florentino? ¿Culpa de Mourinho?. Múltiples debates, pero en ninguno de ellos se habla del rendimiento de Casillas.
Conclusión: para algunos Casillas tiene que jugar sí o sí. Para otros, entre los que me incluyo, el club debe basarse en la meritocracia, y el puesto debe ganarse con trabajo, y no con el pasado. Pasado que, en el caso de Iker ha sido glorioso, sí. Pero que no debe darle carta blanca para ser titular siempre. Que lo sea cuando lo merezca de nuevo.