Racismo. Ese tema tan delicado, injusto y denigrante. Dependiendo de contra quién se haga y quién lo cometa, claro. Para que se entienda fácil, pondremos dos ejemplos:
A. Barcelona-Real Madrid
Sergio Busquets se enzarza en una discusión (de dirección única) con Marcelo. Se tapa la boca, imaginamos que por estar diciendo algo inocente y amigable, y las cámaras cazan su "mono mono".
Comienza la campaña. Hay que tapar la acción del noble y ejemplar centrocampista culé, admirado por Del Bosque. Todos creen la versión del catalán, que jura y perjura que dice "mucho morro". Y se procede a cerrar el juicio público, no vaya a ofenderse el mès que un club. Espanya ens roba, ya sabéis.
B. Villarreal-Barcelona
Daniel Alves se dispone a sacar un córner. Un aficionado del Villarreal lanza un plátano en un acto lamentable. Alves reacciona de manera ejemplar, pelando y comiéndose el plátano, en tono de sorna hacia el desalmado. A partir de aquí, se desencadena una campaña mundial de defensa a Alves, e incluso el bueno de Dani se descuelga diciendo que España es un país atrasado. Se publica la cara del chaval en prensa, se le echa del club y todo el mundo es feliz.
Un mismo equipo, un mismo tema de racismo y dos reacciones diametralmente opuestas. Surgen algunas dudas:
- Querido Alves, ¿dónde estabas cuando había que criticar a Busquets? ¿No es un compañero tan retrasado como el país que te lo ha dado todo?
Hay racismos y racismos, ¿verdad?.
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